Tienes
mi corazón en tu estantería.
Ordenado
al azar, por la M,
entre
Camus y Nietzsche,
intentando
salvarme,
saldado
de dudas,
deseando
superponerse,
intentando
impresionarte con sus silencios,
atraído
por el precipicio de tu suelo.
La
única manera de que tus dedos silenciosos
lo
acaricien intentando dejar huella,
y
tus ojos paseen las pupilas por sus palabras enquistadas.
No
quiero que me lo devuelvas,
será
el testigo de que aún respiro.
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